PAISAJE MECÁNICO

Paisaje Mecanico

La singularidad de las máquinas


Pensemos en qué vemos, dejemos de lado la explicación formal. Centrémonos en el propósito del artefacto, sus respuestas o preguntas y en las configuraciones relativas que nuestra presencia activa. También consideremos lo que nuestros ojos no perciben: el tiempo engendrado por las geometrías erráticas que marcan su propia velocidad.


Hablemos de este cúmulo de objetos que se ensamblan y organizan en máquinas del tiempo que, como Deus Ex Machinas, retan al orden y a la invención temporal de las ciudades donde habitan. Simultáneas, imperfectas e inacabadas, la ciudad y la máquina se retroalimentan y construyen su presente permanentemente.


El movimiento de estos dispositivos nos remite a la corriente cinética del arte, sin embargo, no comparten la búsqueda visual de la impresión retiniana, no intentan endulzar la vista. Nacen con una factura imprecisa que interrumpe el ensamble de las formas y las vuelve impredecibles. Su activación en el espacio no es un capricho escultórico, es una declaración de aparatos errantes e inexactos, objetos agonizantes que mueren intentando asir su materialidad, resquebrajándose ruidosamente, entonando himnos desgarradores en su intento por crear ritmo, tropezando en medio de una cacofonía industrial que lo envuelve todo.


David Camargo